En varios textos de la
literatura clásica romana, se menciona la ciudad de Sagunto en
relación con los sucesos acontecidos en los primeros días de la Segunda
Guerra Púnica y anteriormente en textos griegos
mencionándola como centro comercial.
La ciudad Ibera, asentada en tierras de los Edetanos, era conocida con el nombre de Arse, pero con el paso del tiempo y la refundación por parte de Roma se llamaría Saguntum.
La ciudad Ibera, asentada en tierras de los Edetanos, era conocida con el nombre de Arse, pero con el paso del tiempo y la refundación por parte de Roma se llamaría Saguntum.
La ciudad de Saguntum (Sagunto) tuvo gran importancia por su puerto y era con gran diferencia la mas rica al sur del rio Ebro. Situada a casi mil pasos del mar, la urbe, con sus habitantes de origen griego, oriundos según se cuenta de la isla de Zante, y con ellos estaban mezclados incluso algunos Iberos del linaje de los Rútulos de Árdea, esta ciudad ya en el siglo III a.C., era aliada de Roma y se perfilaba como un puerto estratégico en el comercio del Mediterráneo. La ciudad de Sagunto en
aquella época, se encontraba fuertemente amurallada y la vida se efectuaba
dentro de la urbe, solo algunos comerciantes posiblemente de origen griego y
fenicio vivían fuera de las murallas instalados en las proximidades del puerto para
conseguir beneficios con el tráfico de mercancías y los abastecimientos a
embarcaciones y marineros que atracaban.
“Arse” como plaza
amurallada fue asediada por el general Cartaginés Aníbal Barca en el
año 219 a. C. por su situación estratégica y por las
ganancias en oro y plata que esperaba conseguir para sufragar su inminente
guerra con Roma. Aníbal asedió la ciudad durante ocho meses durante los
cuales los habitantes de Saguntum aguantaron las embestidas de las tropas
Cartaginesas gracias a la robustez de las enormes murallas que cercaban la
ciudad y que eran prácticamente inexpugnables. Sagunto solicitó primero la
ayuda de los pueblos de las comarcas vecinas, pero estos que veían con recelo
el creciente poder estratégico y comercial de la ciudad prefirieron quedarse al
margen, los Saguntinos entonces pidieron ayuda al Senado Romano como aliados
mientras resistían los embates del ejército cartaginés para asaltar la
ciudad. La situación se hizo insostenible tras la tardanza de la República
romana de enviar ayuda militar a los saguntinos pues en un primer momento y mientras los romanos deliberaban y preparaban acciones militares tan solo se mandaron embajadores al Senado Cartaginés instándole que ordenara a su general
Aníbal a abandonar el asedio de la ciudad. El pueblo de Sagunto desmoralizado y
hambriento no pudo resistir mucho más ante un ejército Púnico que lo
sobrepasaba en número y en recursos. El asedio a las murallas de Sagunto se
efectuó frontalmente y con toda la maquinaria de guerra de la época, y por fin,
tras varias semanas de cruentos combates, Aníbal consiguió derrotar a los Saguntinos.
Para el Cartaginés era primordial
conseguir la rendición de la plaza lo mas intacta posible de manera que con el
oro y la plata que tomaría de la ciudad vencida poder financiar su invasión a
Roma (Segunda Guerra Púnica) y a la vez incorporar a las filas de su creciente
ejercito a la mayoría de hombres aptos para su incursión en tierras romanas, a
la vez que dejar una plaza fuerte lo más cercana posible a la ciudad de Quart Hadast (Cartagena), desde la que su hermano Asdrúbal, que quedaba como jefe de los ejércitos cartagineses de Hispania y a cargo
del abastecimiento del ejercito en movimiento de Aníbal en la península romana
pudiera darle apoyo en su campaña. A la entrada de Aníbal a la ciudad tras el
ataque final se encontró con una ciudad desolada, prácticamente destruida y
quemada, Según cuentan los textos de Tito Livio (Ad urbe condita), los
ciudadanos de Sagunto, desanimados al no recibir la ayuda de sus aliados
los romanos, y con la negativa de rendirse para ser esclavos o pasados a
cuchillo por Aníbal, decidieron encender una gran hoguera en la plaza pública
de la ciudad y arrojaron a ella todos los objetos de valor como oro y plata del
tesoro público y privado junto con plomo para hacer inservible el botín del
vencedor, y tras esto se dieron muerte arrojándose a la misma hoguera para
evitar ser hechos esclavos. Esto enfureció sobremanera al cartaginés que había
sacrificado un tiempo precioso, esfuerzos, recursos y soldados en la conquista
de la ciudad, y no le había reportado prácticamente ningún beneficio.
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Con estos acontecimientos se inició la Segunda Guerra Púnica entre las dos potencias emergentes del Mediterráneo, Cartago y la República de Roma
Con estos acontecimientos se inició la Segunda Guerra Púnica entre las dos potencias emergentes del Mediterráneo, Cartago y la República de Roma
En el 214 a.C. la ciudad fue recuperada
por los romanos, y refundada bajo el nombre de Saguntum. En el 212
a.C., tenía el privilegio de ser “ciuitas foederata” (estado federado) y pasó a
ser administrada como municipium (municipalidad romana) con derecho
plenamente romano y repoblada por ciudadanos hispanorromanos que siguiendo su
patrón edificativo construyeron un gran circo en la parte baja de la
ciudad y un teatro con capacidad para ocho mil espectadores y un “Decumano
Maximus” donde se encontraban las tiendas y el prospero mercado de la ciudad, también
se han encontrado vestigios de que la ciudad poseyera un anfiteatro y termas
junto con obras de aterrazamento para conseguir la venida y desagüe de los pluviales.
Posee una importante
ceca numismática en bronce y plata, es notorio que la acuñación de moneda de la
ciudad nos manifiesta la transición del nombre Ibero “Arse”, al Romano
“Saguntum”, combinando los primeros años los dos nombres en la misma moneda.
Alípio Tirreno
1er Decurión, 2ª Cohorte Legio XX
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