viernes, 29 de enero de 2021

POSCA, LA BEBIDA DE LAS LEGIONES

 Los legionarios romanos para calmar la sed en campaña tomaban una bebida refrescante, la Posca, esta era una bebida a base de agua avinagrada y acida, posiblemente fruto de mezclar el vino picado o avinagrado con agua, aderezado con especias y macerado con hierbas aromáticas, este brebaje ácido les ofrecía un sabor refrescante y les recordaba vagamente el sabor del vino.



Los  romanos constataron que tomando esta bebida enfermaban menos y se reducía la posibilidad de contraer disentería, pues el vinagre ayudaba a eliminar los gérmenes y microorganismos que solían campar a sus anchas en las aguas de los ríos y charcas donde se realizaban las aguadas en campaña, pues el saneamiento era bastante deficiente y el agua potable normal podía estar contaminada, es por esto que los romanos en su pragmatismo promovieron su consumo, está claro que no tenían idea de a qué se debía exactamente esto, pero ante todo los romanos eran observadores a la par que prácticos y consiguieron con ello  prevenir sobre todo la disentería y demás afecciones intestinales.







Es por esta misma razón, que la posca fue usada también como un eficaz antiséptico a la hora de lavar y curar las heridas tras las batallas, también mezclada con otros ingredientes se utilizaba para tratar las inflamaciones oculares y odontológicas.

En el ejercito el consumo de vino puro y el mulsum se consideraba  como una falta de disciplina y de dejadez en el servicio, de hecho, en alguna ocasión este consumo llegó a ser prohibido por cónsules y tribunos para mejorar la disciplina y subir la moral, se fomentaba la creencia de que la Posca daba fuerza, y en cambio el vino emborrachaba al hombre y el espíritu,” Posca fortem, vinum ebrium facit”.

              
El origen de esta bebida se cree que es originaria de Grecia, donde era utilizada como bebida medicinal, algunas fuentes nos dicen que la bebida recibe su nombre de la mezcla del latín: poto (beber) y del griego epoxos (picante), igualmente en griego “oxos”  significa vinagre.




La posca tras ser introducida en el ejercito, se convirtió en una bebida habitual no solo para los soldados, también para los estamentos más bajos de la sociedad Latina, esto no quita para que algunos romanos de mayor estatus social también bebieron posca, como algunos generales en solidaridad con las tropas y para  mostrar su lealtad con la legión, así mismo, algunos patricios bien por costumbre tras dejar la carrera militar o por simple austeridad bebieron habitualmente posca.




Es bien sabido que las legiones romanas llevaban enormes barriles y ánforas con posca durante sus campañas militares, pues sobre todo durante la época de Adriano, junto con la sal (salarium), la posca o más concretamente el vinagre (acetum) fue una parte más del “stipendium” del legionario de a pié (cibus castrensis), podemos decir  pues que era parte importante de la dieta del soldado en campaña: junto al cereal en forma de galleta (buccellatum), la grasa de la carne de cerdo salada (laridum) y la proteína del queso (caseus). La posca no solo se usaba como una bebida refrescante y medicinal, también era usada como un condimento y un conservante muy estimado por sus múltiples usos y propiedades en la cocina. Una pequeña muestra de estos usos son el moretum, esta era una ensalada hecha con ajo, cebolla, queso de leche de cabra y cilantro, todo ello aderezado con aceite y vinagre, esta era la comida habitual antes de una batalla, también nos encontramos el acetábulo, este era un cuenco que contenía una cantidad generosa de vinagre y un poco de agua, en este cuenco los miembros del contubernio podían remojar pequeños trozos de pan durante la comida para digerir los alimentos mas duros y poco gratos   

 

En las tabernae, era habitual encontrar una variante de la posca, esta era la oximel, en esta bebida se mezclaban además de agua y vinagre, también miel de abejas y sazonada con coriandro (cilantro), obteniendo así una bebida más dulce y agradable al paladar.



viernes, 24 de abril de 2020

La Cerveza de los pueblos Iberos y Celtiberos

                           

En el interior de la Iberia prerromana y sobretodo en la Celtiberia existía una bebida muy apreciada por los nativos, esta era la caelia, hemos de decir que esta especie de cerveza, ya se elaboraba desde el neolítico, y era la bebida por excelencia de los antiguos habitantes de la península Ibérica, si la tomáramos actualmente, esta bebida nos recordaría a la cerveza por estar elaborada ella artesanalmente con cebada y trigo.



De este refrigerio tenemos constancia a través de los escritos de los autores latinos Floro, Orosio y  Plinio, en sus escritos nos cuentan la forma de elaboración y sus ingredientes, esta se sacaba de la espiga del cereal tras ser humedecida y se ponía a calentar para extraer todo su jugo, este jugo posteriormente se mezclaba con harina y tras el fermento la bebida tenía un sabor áspero y ofrecía a quien lo degustara un “calor embriagador” y se servía con su característica espuma, también hay evidencias que se adicionaban ciertas hierbas para su mejor sabor y conservación. La cebada con la que se elaboraba se cultivaba y cosechaba en los campos del interior de la Celtiberia, y el mejor trigo para su elaboración era recolectado en los terrenos más llanos cercanos al litoral Ibero, del trigo solamente,  se obtenía también otra bebida semejante a la caelia, esta recibía el nombre de cerea.  








En el norte de la península entre los cántabros y astures era originaria otra bebida hecha de cereales fermentados, el zythos, aunque algunos quieran emparentar a esta bebida con la sidra actual, no podemos considerarla así por estar realizada a partir de cereal y ser mas parecida a la cerveza que consumían los antiguos galos.







Estas antiguas cervezas Hispanas, como la caelia, la cerea o el zythos fueron sustituidos progresivamente por el zumo de uva fermentado cuando los romanos comenzaron a hacer incursiones en Iberia alrededor del año 220 a. C. e invadieron totalmente la península Iberia, fue en ese momento que Roma introdujo y popularizó el vino en Iberia. 




     
Vaso zoomorfo celtibérico de la Necrópolis de El Altillo - Aguilar de Anguita - Guadalajara.  MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL
Según nos cuenta Plinio, estas bebidas tenían abundante espuma y esta espuma se consideraba que era beneficiosa para evitar el envejecimiento de la piel, y es también Plinio junto con Orosio los que nos dejan una valiosa información de cómo elaboraban esta antigua cerveza a la que les daban distintos nombres dependiendo el tipo de cereal usado en su elaboración, estos escritores latinos nos detallan que los pueblos Iberos consiguen emborracharse macerando cereales de diferentes tipos con un procedimiento por el que se obtenían bebidas distintas pero de origen semejante.



Orosio nos cuenta de los Numantinos que tras beber “la caelia”  en gran cantidad  y encendidos por esta bebida es cuando se lanzaban a la lucha desenfrenada y con gran ferocidad.






La caelia  y la cerea solían tener  un uso eminentemente doméstico y por lo tanto era fabricada por las mujeres en pequeños recipientes para uso de las familias, aunque no hemos de descartar su uso ritual sobre todo en ofrendas y acompañando en los ritos funerarios, al no existir una cultura del vino como en Roma, Grecia y otros pueblos mediterráneos, la caelia y la cerea  fueron las bebidas propias del discurrir diario de los pueblos de la península Ibérica, y era común en los enterramientos rituales depositar recipientes con estas bebidas para que el difunto disfrutara de las mismas en su viaje al más allá.

 

Vasos Campaniformes Celtíberos de la edad del Bronce y del Neolítico.

miércoles, 29 de enero de 2020

ANTIGUA ROMA, MEDIDA DEL TIEMPO


¿En algún momento nos preguntamos cuál era el sistema por el que los antiguos romanos median las horas del día y la noche? Intentaremos explicarlo de forma sencilla.

En tiempos de la Roma antigua, no era tan importante para sus habitantes como en la actualidad el saber la hora exacta en cada momento del día, y si nos adentramos en la lectura de las fuentes clásicas de los moradores del antiguo Latium, estas nos dan a entender que los ciudadanos romanos eran muy prácticos en su vida cotidiana, así podemos decir que en Roma las horas del día eran principalmente una cuestión de luz solar, el comienzo del día romano lo marcaba la salida del Sol ,el solis ortus, pasando por el meridies (mediodía), y después a la tarde o postmeridiem y hasta llegar a la vespera y el solis occasus  llegando así al final de ese mismo día, que se definía este con la siguiente salida del Sol, por tanto en este calendario son los astros, el sol y la luna quienes marcaban, respectivamente, los días, los años y los meses. Hemos de decir que la manera que dividían el día era en doce  horas y la noche (nox) la dividían en cuatro horas o vigilias, aunque medir estas horas no era muy importante por ser estas, horas no productivas. Este sistema era muy práctico para una sociedad agrícola y también en una militar como era la romana, y los romanos como sabemos eran sobre todo prácticos en todas las fases de su vida cotidiana.



En Roma cada una de las horas diurnas era nombrada numéricamente, de manera que, La prima hora, era primera hora del día y correspondía al amanecer, la secunda hora, era la segunda hora del día, y sucesivamente, tercia hora, quarta hora, quinta hora, sexta hora, séptima hora, octava hora, nona hora, decima hora, undécima hora, hasta la duodécima hora, que es la ultima hora y corresponde a la puesta del sol y el final de las horas diurnas.







Nuestro mediodía actual, se correspondería con la hora sexta, es de esta hora de donde proviene algo tan latino y español como la palabra siesta, al ser este el momento en el que el romano medio se tomaba un pequeño descanso en la rutina diaria.





Hemos de decir que dependiendo de la estación del año en la que nos encontremos, cada hora variaba según la duración de horas de luz solar, durante el verano las horas del día eran más largas que en invierno que eran sensiblemente más cortas, es por esto que en verano con los días más largos, las horas romanas podrían llegar a ser de setenta y cinco minutos, y en invierno, las horas del día tendrían el equivalente a los cuarenta  y cinco minutos de la actualidad.




Para medir todas estas horas solares en la roma antigua se usaban entre otros, los relojes de Sol, estos relojes dividían un espacio circular en once segmentos estos segmentos cortaban la circunferencia en partes, de forma que cuando la sombra del indicador se posara sobre la primera línea del reloj significaba que ya había pasado la prima hora, con este sistema, el tiempo que medirá el reloj de Sol se adecua a la utilización de horas más cortas y horas más largas según la estación del año.





Dice la tradición que fué Lucius Papirius Cursor quien colocó en Roma, a las puertas del templo del dios Quirino para que todos lo pudieran ver, el primer reloj de sol (horologium solarium), artefacto que hizo traer desde Grecia y que revolucionó el concepto que los romanos tenían hasta entonces del paso del tiempo a lo largo de todo el día.


El reloj solar se componía de un stilognomon, una aguja que proyecta una sombra y de una superficie en forma de circunferencia llamada limbo, que es la que recibe la sombra del stilo. Esta zona lleva las marcas y las inscripciones que usan la altura del sol para determinar la hora. El limbo poseía once líneas que dividían la circunferencia fracciones específicas.



En la actualidad se conservan aproximadamente unos cien ejemplares de  estos relojes solares romanos, la mayoría de ellos realizados en mármol o piedra caliza y colocados en los lugares públicos de las Urbes para que cualquier ciudadano pudiera consultar la hora, muchos de estos horologium poseen inscripciones en latín en las que hacen alusión los benefactores que pagaron de su bolsillo estos relojes para grandeza de la urbe y de la Gen a la que pertenece el ciudadano en cuestión.


Y por fin llegamos a la noche romana (nox), y con ello hay que describir como marcaban las horas durante la noche, esto es también una cuestión del pragmatismo romano. La noche la dividían en cuatro partes o vigilias, y se enumeraban también por prima hora, seconda hora, tercia hora y quarta hora, las horas nocturnas también variaban su duración dependiendo la estación del año en la que se encontrasen. Esta distribución en cuatro partes-vigilias, como su propio nombre indica guardaban una estrecha relación con los turnos de “vigilancia” en los campamentos militares.




Podemos decir que si durante las horas de luz solar se usaron relojes de sol para enumerar el paso de las horas diurnas, para medir el paso de las horas nocturnas y no ser valido el sistema del reloj de sol por la falta del mismo, en Roma se tuvo que emplear otros sistemas, uno de ellos, quizás el más común, fue la clepsidra (ladrón de agua), que es como se conoce este tipo de reloj, aunque la mayoria de los romanos lo llamaban simplemente horologium ex aqua (reloj de agua) este sistema fué heredado de griegos y egipcios.




Este horologium ex aqua o reloj de agua, es un mecanismo simple, consistente en un recipiente graduado de cerámica o piel impermeabilizada que contenía agua u otro líquido hasta un cierto nivel, con un orificio en la base de un tamaño adecuado para asegurar la salida del líquido a una velocidad determinada y, por tanto, en un tiempo prefijado. 






Ya hemos comentado que las clepsidras no eran un invento romano, ya que datan de la antigüedad egipcia, así mismo los relojes de agua también fueron utilizados por los antiguos griegos para señalar el tiempo.








Las clepsidras se usaban en las campañas militares romanas para señalar las guardias nocturnas, para luego mas tarde introducirse en los tribunales y en el senado de Roma para marcar el tiempo de los oradores, así mismo también se hicieron muy comunes en algunas celebraciones religiosas donde era necesario medir los tiempos antes de la salida del sol,  y sin olvidar un lugar  donde fueron muy utilizados, en los lupanares para medir el tiempo que los clientes estaban con la meretriz.